Se podría decir que Silvia Lopatin,
jubilada y ama de casa, se volvió adicta al masaje. “Empecé hace 20 años
y anduve bárbaro, así que no lo abandoné más. Ahora, voy una vez por
semana o cada 15 días porque tiendo a contracturarme mucho en la zona
cervical y dorsal”, cuenta. Con esa rutina, siente que puede hacer todas
las tareas normalmente.
Su primera consulta fue por un problema
con un nervio en las piernas. Le dieron una medicación tan fuerte que le
costaba levantarse. “Me sentía peor. Así que probé con el masaje y
empecé a mejorar. Enseguida, el médico me suspendió el medicamento y,
desde entonces, seguí muy bien. Hoy en día, me parece que los médicos
son afectos a este tipo de terapias porque los medicamentos que primero
te calman después te arruinan el estómago”, dice Silvia.
Su percepción es lo que los masajistas
que se dedican a los masajes terapéuticos ven en sus gabinetes. No sólo
son cada vez más quienes consultan en busca de una solución para un
dolor o malestar, sino que también aumentan los médicos que confían en
las manos bien entrenadas para sus pacientes.
“Hay más derivaciones de parte de los
médicos, que ven los cambios que producen los masajes terapéuticos. En
manos profesionales, bien formadas, son coadyuvantes de la medicina.
Está comprobado que el paciente se recupera más fácil”, asegura Jorge
Weiner, presidente de la Asociación Argentina de Masajistas (AAM).
En la entidad, que posee 7700 asociados
en el país (de una población estimada de ¡un millón! de masajistas que
ofrecen sus servicios), estiman que ocho de cada 10 personas que
consultan dicen que los medicamentos que utilizan para, por ejemplo,
aliviar un dolor enmascaran el síntoma, pero no lo resuelven. “Cuando se
pasa el efecto de un relajante muscular o un analgésico, el dolor
vuelve a aparecer. Si no se elimina la causa, la contractura se vuelve
cada vez más grave y el músculo queda contraído hasta endurecerse como
una piedra”, explica Weiner, que es masajista desde hace 40 años,
enfermero, técnico en electrofisiología y en hemodiálisis.
Además del dolor, principalmente en el
cuello, la espalda o la cintura, en general por malas posturas y el
estrés del estilo de vida actual, las consultas más frecuentes son por
cansancio generalizado, problemas gástricos, dificultad respiratoria y
molestias musculares en las piernas. Una población que aumentó en los
últimos dos años son los aficionados a las carreras y las maratones.
“El masaje terapéutico puede abarcar
todas las áreas corporales, porque puede trabajar desde una lesión que
no requiera el trabajo de un kinesiólogo hasta ayudar a ampliar la
capacidad respiratoria, mejorar el drenaje linfático después de una
intervención o aliviar síntomas. No sólo se trabaja lo físico, sino
también lo energético, como lo hace la medicina tradicional china, por
ejemplo. El cuerpo solo va buscando su equilibrio y recomponer el
síntoma”, explica Carola Maierowicz, masajista shiatzu con 25 años de
experiencia y codirectora del 1er. Congreso Latinoamericano de Masajes,
en esta ciudad (www.congresodemasajes.com).
Asegura que en las últimas dos décadas
cambió la relación entre la medicina y el masaje. “Ahora, hay cada vez
más médicos que derivan a sus pacientes a un masajista, cuando antes
recomendaban ir al traumatólogo y al kinesiólogo exclusivamente. Hoy, el
campo de acción de cada uno está más definido y, juntos, pueden
trabajar con sus conocimientos específicos para el bienestar de la
persona”, indica.
Fuente: Diario La Nación - Argentina
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