miércoles, 8 de octubre de 2014

Apuntes sobre el diagnóstico y protocolo estético

El curso fundamental de la formación de la esteticista los constituye la asignatura de Diagnóstico y Protocolo. Ello implica evaluar al cliente, definir el tratamiento a seguir de acuerdo a sus expectativas y requerimientos; todo debidamente documentado en la ficha de tratamiento; de allí que revista de gran importancia revisar algunos criterios básicos para el desarrollo del tratamiento y de una correcta prognosis; con ciertos conceptos y pautas para que su desarrollo se vea acompañado de las herramientas gnoseológicas y prácticas que arriben al resultado esperado; tanto por el cliente como por nosotras.

El Diagnóstico (del griego diagnostikós, a su vez del prefijo día que significa "a través", y gnosis: "conocimiento") implica determinar cualquier situación y cuáles son las tendencias de algo mediante la observación de sus signos y síntomas e inclusive definir las posibles respuestas, brindando un plan tentativo para corregirlos con efectividad, aminorando los riesgos.

El concepto diagnóstico se encuentra intrínsecamente relacionado a la labor médica, que, en buena cuenta, es la base de nuestra inspiración para el tratamiento estético no invasivo que realizamos las esteticistas.

Así, por extensión; llamamos diagnóstico estético a la calificación que hace la esteticista del aspecto de la piel y sus anexos, es decir de los parámetros bio físicos de la piel, si son faciales o incluyendo alteraciones morfológicas en caso de tratamientos corporales; mediante el conocimiento previo de ciertos antecedentes, así como de sus signos y síntomas, que faciliten, inclusive, esbozar sus consecuencias. Al final, ello determinará el desarrollo de un Protocolo, es decir, del documento que se constituye como la guía de tratamiento propuesta, forma de actuación a desplegarse ante los hallazgos efectuados y que contendrá las definiciones operacionales sugeridas únicamente para dicho cliente. 

En cuanto al diagnóstico, se colige que debe ser preciso y personalizado. El problema estético (arrugas, flacidez, manchas, deshidratación, adiposidad localizada, flacidez, etc.) se emprende al identificar y analizar qué es aquello que lo causa. Para ello utilizamos distintos métodos de diagnóstico que nos ayudaran en la elección del tratamiento para cada cliente. Entonces, la esteticista deberá contar con los siguientes pilares para realizar su diagnóstico, sea en un tratamiento facial o corporal:

PRIMERO: Dominio de conceptos básicos sobre las afecciones de la piel y anexos tratables por las esteticistas, cuáles son los tratamientos faciales y corporales aplicables; 

SEGUNDO: Correcta evaluación estética del cliente. Esta evaluación no sólo se asocia el filosófico concepto de belleza; puesto que a belleza está asociada a la percepción del mismo individuo y del resto de la humanidad, de acuerdo a formas de percepción, bagaje cultural, moda; etc. rigores de la psicología social y de un sinnúmero de demandas que quedarían insatisfechas por ser diferentes en todos y cada uno de nosotros como humanos. Por ello, debemos procurar limitarlo a la propia aceptación que el cliente espera de sí con la satisfacción que ello le produce y de acuerdo a cánones propios del tratamiento a abordar. Si se trata de un tratamiento facial, por ejemplo, habrá de consignarse:
  1. Datos personales
  2. Antecedentes de otros tratamientos, invasivos y/o no invasivos
  3. Hábitos de vida
  4. Antecedentes patológicos, enfermedades, tratamientos, medicación, etc.
  5. Patologías estéticas
  6. Biotipo Cutáneo
  7. Fototipo cutáneo
  8. Lesiones cutáneas, primarios o secundarias, ubicación topográfica
  9. Morfología de lesiones (forma, color, tamaño, número, etc)
En el tratamiento corporal se suma:
a) La exploración física:
En clínica: lo que es visible, como por ejemplo: cicatrices, heridas, trastornos circulatorios, tipo de silueta.
Exploración por tacto y palpación:
  • Roce y deslizamiento: con la yema de los dedos a fin de determinar si la piel es áspera o suave, rugosa, etc.
  • Presión para ver el tono, temperatura, humedad, su capacidad de movimiento, su grosor, temperatura, etc.
  • Pinzamiento: para ver textura, arrugas, flacidez, etc.
Se debe realizar un estudio por zonas: cuello, busto, vientre, cadera, extremidades e incluye el peso, talla, medidas, tono muscular, problemas circulatorios y alteraciones posturales, si las hubiere.

b) Exploraciones complementarias si nos apoyamos en aparatología que contribuya a agudizar el diagnóstico como el calípero, termografía de contacto en caso de lipodistrofia ginecoide, etc.
 
TERCERO: Dominio de Técnicas. La técnica requiere tanto destrezas manuales como intelectuales, frecuentemente el uso de herramientas y siempre de conocimientos variados.
 
CUARTO: Conocimiento de los principios activos aplicables. En el ejercicio de la estética es importante conocer cuáles son sus efectos tanto como la forma cosmética a suministrarse; puesto que la respuesta del clientes es idiosincrática; vale decir, al aplicar un producto especialmente elaborado para un inesteticismo uno o varios clientes pueden presentar una respuesta singular y diferente a principios activos que para el común denominador son aceptables y asimilables. Eso exige entonces no encasillarse en unos cuantos productos sino conocer ampliamente las gamas que el mercado produce y, sobretodo, probar su efectividad.
 
QUINTO: Asociación de las técnicas manuales con aparatología estética. La aparatología es una herramienta adicional de suma importancia que al asociarse a las prácticas manuales debe adecuarse a la necesidad del paciente y no al revés, es decir, la respuesta física del cliente no debe ser forzada a nuestros objetivos sino adecuada a lo que ellos buenamente puedan aceptar y pactar, en intensidades, número de sesiones, etc. sin que ello implique que el cliente determine o defina nuestro protocolo sobre temas que no son de su competencia. Lo que se trata es que la esteticista debe moderar y fundamentar el por qué de la inclusión de tal o cual aparatología a fin de convencer al cliente justificando su uso y criterios propios de nuestros conocimientos sin forzar al cliente a asumir sesiones e intensidades más allá de lo que tolera su psiquis y/o su organismo.

SEXTO: Recomendaciones durante y después del tratamiento. Es propio de nuestra labor no limitar su ámbito a lo que se brinde en nuestra cabina, sino que se sume fuera de ella una serie de recomendaciones fundamentales para la conservación y efectividad. Es decir, es preciso informar al cliente cuáles son las sugerencias e indicaciones que conlleven al éxito de nuestros propósitos, como son el uso de fotoprotectores, de fajas compresivas, ingesta de líquidos saludables, etc.

El estudio previo del estado del inesteticismo a tratar como de la prognosis o proyección de lo que el cliente espera a partir de nuestro tratamiento implica:
  • Realizar un análisis puntual, sea facial o corporal,
  • Identificar sus alteraciones o modificaciones.
  • Valorar las demandas del cliente y determinar sus necesidades,
  • Evaluar los datos recogidos a partir de la información que éste presta así como de las evaluaciones efectuadas pos nuestra parte, puesto que mucho de la información plasmar se deduce adicionalmente a partir de lo que el cliente pueda manifestar,
  • Parametrar nuestro servicio, exponer realmente lo que podemos y no podemos hacer y los logros o limitaciones de nuestro trabajo.
  • Informar que el tratamiento estético no implica sólo “verse bien”, sino “estar bien” desde dentro hacia afuera, es decir es un tema de salud, no sólo emocional sino de salud física, por lo que la esteticista brinda con sus manos no solamente belleza sino salud integral: emocional y corporal.
Finalmente, el éxito de nuestro diagnóstico y del protocolo a aplicar no reside mas que en el conocimiento de lo que vamos a tratar, en el ofrecimiento de técnicas, productos y herramientas que en suma sistemática materialicen los resultados ofrecidos al cliente, de modo y forma que los comprometamos a que el resultado de su tratamiento se le adicionen ciertos compromisos del cliente debidamente informados por nuestra parte; con honestidad. Después de todo, consideremos que el nivel de nuestra atención no se ciñe a cumplir con el protocolo, brindar calidad de atención y buenos productos, sino a realizar en cada uno de nuestros clientes un cambio saludable en su vida; una silente labor que les aportará un cuota de estimación personal a su rostro o a su cuerpo, que habrá de redundar satisfactoriamente; sin lugar a dudas, en su existencia personal, familiar y social.

Autor: Janet Leyton
Profesora de Corpo Estética

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