Un reciente informe de la ISAPS (International Society of Aesthetic
Plastic Surgeons) revela que en el mundo se realizaron en 2013 más de 11
millones de intervenciones quirúrgicas estéticas y 23 millones de
procedimientos estéticos no quirúrgicos entre los que se encuentran la
depilación láser, el rejuvenecimiento facial no quirúrgico, el
tratamiento de varices por esclerosis, los rellenos faciales
absorbibles, los peelings químicos y la toxina botulínica (Botox® y
otros) por este orden.
Una búsqueda en Google nos puede indicar el impacto que los
tratamientos médicos estéticos tienen en la red por su presencia masiva.
Si buscamos un médico estético vamos a encontrar más de 2.000.000 de
entradas, eliminar grasa casi un millón y la estrella, el bótox, 22
millones de referencias.
Es indudable que Internet se ha convertido en la mayor herramienta de
asesoramiento en todo tipo de asuntos, pero especialmente en los
médicos y específicamente en la estética médica y quirúrgica. Sin
embargo tanta información no filtrada da lugar a numerosos fraudes.
El engaño en internet es constante e inevitable y cada vez los
organismos reguladores tienen menos armas para luchar contra él, bien
porque los alojamientos de las páginas se encuentran en servidores
remotos, o bien porque, sencillamente, es imposible rastrear tantos
cientos de miles de páginas web.
El fraude más frecuente, la compra de productos médicos ilegales y
falsificados en internet, es ampliamente perseguido por la
administración y la policía en todo el mundo; sin embargo, la oferta de
tratamientos estéticos milagrosos se convierte en un problema a escala
mundial para el que no existe una forma eficaz de combatir.
En una búsqueda como “liposuccion sin cirugia” aparecen 90.000
resultados; sin pasar de la primera página podremos encontrar: tres
promociones económicas de tratamientos (incluida la de un prestigioso
grupo hospitalario que ha sucumbido al devenir de los tiempos), dos
ofertas de nuevas técnicas indoloras, en otra web se preguntan “¿es
posible esto?”, y se responden “¡claro que lo es!”, un vídeo en YouTube,
un foro “bien intencionado y nada dirigido”, un “Pack Estrella”, y
solamente dos páginas web serias que no hablan para nada de liposucción
sin cirugía, y en teoría no deberían estar entre los resultados
obtenidos, aunque aportan algo de sentido común a tanta desinformación.
Los sitios web de “ofertas del día” que presentan cupones de
descuento para utilizar en clínicas de medicina estética son otro de los
instrumentos que, sin ser un fraude en sí mismos, dirigen a sus
usuarios a fraudes encubiertos. Nadie debería creer que un tratamiento
con toxina botulínica, por ejemplo, pueda llegar a costar 150€ cuando
ese es el precio oficial de venta del producto; pero el usuario no se
cuestiona su veracidad, como si el médico que lo utiliza no obtuviera
ningún beneficio y la empresa que publica la oferta tampoco tuviera nada
que ganar (de hecho gana mucho). El “gancho” y el “trilero” (¿dónde
está la bolita?) son evidentes en esta ocasión.
Los milagros anti grasa, como si estuviéramos hablando de un
detergente de cocina, tienen su cuota de presencia en internet. Son
productos que, según nos informan en internet, inyectados directamente
en los depósitos grasos los disuelven como si tal cosa. Claro que casi
nadie habla de efectos secundarios, complicaciones o resultados
insatisfactorios por escasos o por malos. En 2011 Francia prohibió las
inyecciones que licúan la grasa localizada por el número importante de
complicaciones que pueden aparecer.
Uno de estos productos que deshacen la grasa, Aqualyx, tiene una
amplia presencia en internet: 160.000 resultados. Mientras que en el
sitio web de la empresa distribuidora no se hace referencia a registro
sanitario alguno, en otras páginas web de clínicas médicas informan de
que el producto está autorizado por la Agencia Española del Medicamento
(AEMPS) desde 2009 según unos y en 2010 según otros. Además, casi ningún
sitio utiliza correctamente el producto según las indicaciones de uso
publicadas por el distribuidor, si nos guiamos por la información que
nos facilitan en sus atractivas páginas. Tras realizar una consulta a la
AEMPS no he recibido información alguna, por el momento.
Como informaba la Presidenta de la Asociación Gallega de Medicina
Estética en el diario “Faro de Vigo” (14.06.2014), los riesgos que corre
un paciente que es atraído mediante información fraudulenta en internet
son: no saber que producto están utilizando en su cuerpo, y no estar
seguro de que la técnica utilizada pueda provocar daños irreparables
para su salud.
¿Cuál debería ser la actitud del usuario que recurre a internet para
obtener información acerca de un tratamiento estético? Utilizar el
sentido común, reconocer que las gangas en salud no existen, buscar
opiniones de ese tratamiento concreto o del médico al que se va a
visitar, ser escéptico ante todo lo que se vende como maravilloso, lo
último o lo más novedoso, ya que en estos casos, nos van a utilizar como
sujetos de experimentación en procedimientos con pequeña o nula
experiencia.
Recuerden que únicamente los tratamientos de cirugía estética
son duraderos, ya que no definitivos, por lo que los tratamientos
médicos estéticos ofrecidos de esa manera son un engaño seguro.
Autor: Dr. Julio Terrén
Cirujano Plástico y Doctor en Medicina
Cirujano Plástico y Doctor en Medicina
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