viernes, 12 de diciembre de 2014

Cosmecéuticos (I Parte)

Dr. Albert M. Kligman
Tal como en la vida cotidiana,  hay uniones que surgen del feliz concilio entre la necesidad y la innovación. Así, podríamos decir que  los cosmecéuticos son un caso particular de estas uniones necesarias, un affair entre la ciencia y la vanidad. 

Un  cosmecéutico es aquel producto tópico con actividad biológica que contiene principios con actividad farmacológica pero con una finalidad protectora o estética, ni más ni menos que híbridos, hijos químicos  habidos entre los cosméticos y los medicamentos. Etimológicamente proviene de la fusión de las palabras “cosmético y farmacéutico”, término concebido en los años 70 por el profesor de Dermatología de la Universidad de Pensilvania, Dr. Albert M. Kligman, quien proponía este término para diferenciar aquel cosmético habitual de los cosméticos con alta actividad biológica, siendo éstos últimos aquellos que permiten ejercer modificaciones en las estructuras y funciones de la piel… Y qué tipo de piel?: piel normal, piel sana. Siendo así, solamente tiene beneficio definido para desórdenes cutáneos mínimos ya que no es un medicamento.
Si bien debe redundar en un beneficio biológico, un cosmecéutico no debe olvidar su componente cosmético, ya que su aplicación sobre la piel definitivamente debe ser  agradable, tanto en textura, aplicación y aromas, como en su presentación.

Se sabe que a fin de delimitar su esfera de dominio y autonomía, se ha buscado legalmente hacer una diferenciación  del resto de cosméticos para así convertirse en una categoría diferenciada, como por ejemplo que resida sobre el conocimiento o pericia de quien los prescriba; en otras palabras, que sólo sean sugeridos y suministrados por personal calificado para ello, como nosotras las Esteticistas. Sin embargo, a la fecha éste este objetivo no se ha materializado y desde el punto de vista legal –materia que, de alguna forma, también debe interesarnos y de la cual no podemos sustraernos-  los cosmecéuticos simplemente no existen. Es así que actualmente la legislación internacional coincide en reconocer dos categorías para las sustancias de uso tópico, basándose exclusivamente en su finalidad; cabe decir que un producto en catalogado como medicamento  si está destinado a prevenir o curar enfermedades. Si no es así, residirá en el grupo de los cosméticos, que solamente sirven para limpiar, embellecer o mejorar la apariencia externa. Bajo estos pilares y dado que los cosmecéuticos no tienen como finalidad tratar o prevenir enfermedades  entonces se catalogan como cosméticos, ni modo.

Esta indefinición legal ha dado cabida a que muchos laboratorios hayan reducido los excesivos requisitos y costos que implican los estudios de factibilidad y las pruebas bioquímicas y clínicas adicionales tal como sucede con los medicamentos. Y como no hay norma exacta también ha permitido que exista con ello una promoción engañosa en algunos productos que siendo solamente cosméticos se vendan como maravillas de la química y muchos usuarios terminen desengañados por ver que ni la cantidad ni la calidad y menos aún del costo del producto le produce el milagro ofrecido y tan cándidamente esperado.

En la exigencia de identificar un cosmético, se ha enumerado una lista de requisitos concurrentes, como son:

a. Ser necesariamente de aplicación tópica: no se inyectan, no se inhalan, no se ingieren.

b. Contar con principios activos de probada eficacia, garantizados por estudios científicos de acuerdo a sus umbrales de efectividad; contenido que será materia de la siguiente parte de este modesto apunte.

c. Contar con una especializada formulación, ya que debe ser capaz de garantizar la integridad del activo hasta su liberación total, rápida y sostenida en  la piel. De ello deriva que un producto cosmecéutico tenga una muy elaborada y hasta sofisticada formulación; conservando siempre una alta concentración de activos; habiendo sido pasado una y mil veces por el tamiz de las pruebas de eficacia y seguridad antes de su comercialización.  Por ello, un verdadero cosmecéutico resulta más costoso en su elaboración y; consecuentemente, más costoso en su venta.

d. Suministrarse en piel sana o con afecciones mínimas, nunca en piel enferma  porque ello deriva a la necesidad de intervención galénica.

e. Sólo prescritos por personal calificado quienes, tras un buen Diagnóstico Estético, deberán establecer un protocolo con objetivos claros y efectuarán un seguimiento personalizado.  Así, un cosmecéutico se acompaña de un dossier el cual contiene un protocolo previsto,  dosificación, exposición de sus efectos en piel, sean éstos de  efecto inmediato o tardío; así como en que casos esta definitivamente proscrito. Al requerir personal calificado distingue  nuestro servicio y comercialmente restringe su publicidad, ya que el producto no puede ser elegido a “criterio” del usuario; requieren forzadamente –para nuestro bien- un tratamiento personalizado.

En  fin, sea cual fuere su origen, su grado de injerencia, su apariencia y finalidades, el número de cosmecéuticos están en permanente crecimiento y se erigen como un sector de mayor potencial  en el continuo  desarrollo de la industria de la belleza y  todo ello nos obliga, como responsables profesionales de la estética, a mantenernos al día en las nuevas formulaciones y nuevos productos a fin de brindar cada vez con mayor ciencia el anhelado bienestar que buscan de nosotros.

Autor: Janet Leyton
Profesora de Corpo Estética

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